El pescado de fuera cuesta menos, pero no por ser mejor
Después de tantos años en la mar, cuesta creer que el pescado que traemos nosotros, con todo lo que nos exige Europa, no pueda competir en precio con el que viene congelado de miles de kilómetros.
Pero así está montado el sistema: es más barato importar pescado que pescarlo nosotros mismos. Y no porque el de fuera sea mejor, sino porque aquí nos exigen el triple.
¿Por qué sale más barato traerlo desde fuera?
Aquí te dejo los motivos reales, sin rodeos:
1. Costes de producción mucho más bajos fuera de Europa
En países como Marruecos, China, Vietnam, Ecuador o Mauritania:
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Los salarios son bajísimos.
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El gasoil apenas está gravado.
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No tienen la mitad de los controles sanitarios, de seguridad ni de sostenibilidad que sí tenemos en la UE.
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Los barcos faenan con menos limitaciones y más días al año.
Mientras tanto, aquí:
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Nos controlan los días de faena.
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Nos restringen especies, zonas y tamaños.
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Y cada kilo que sacamos está milimetrado, pesado, declarado y controlado.
Resultado: el mismo pescado cuesta más si lo sacamos nosotros que si lo traen congelado en un contenedor desde Asia.
2. Procesado fuera, sin trazabilidad clara
Mucho del pescado importado ya viene procesado, fileteado y envasado. Así:
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Llega listo para vender.
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Sale más barato distribuirlo.
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Y además, es mucho más difícil saber de dónde ha salido realmente.
¿Pesca artesanal? ¿Pesca ilegal? ¿Barcos factoría? Nadie lo sabe con certeza.
Y lo peor es que una vez está fileteado y congelado, la trazabilidad se difumina.
En cambio, a nosotros nos exigen hasta quién subió el cubo de la mojarra al puerto.
3. Menos burocracia y más facilidades
Un pescador español tiene que lidiar con:
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Lonjas, papeleos, facturas, inspecciones, controles, vedas, cuotas, trazabilidad…
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Y hasta con multas por llevarse pescado a casa para comer.
Mientras tanto, un contenedor llega al puerto con una declaración de importación y se distribuye sin más complicaciones.
No hay inspección por cada pieza ni obligación de pasar por subasta.
4. Mercados que miran solo el precio, no el origen
Las grandes superficies, los mayoristas y los distribuidores prefieren el pescado barato y abundante.
Les da igual si viene del otro lado del mundo, si fue capturado con redes legales o no, o si ha estado congelado durante tres meses.
Nosotros, en cambio, tenemos que competir con precios que ni siquiera cubren nuestro coste de producción.
Y encima nos dicen que no somos sostenibles.
5. Un sistema que castiga al que trabaja bien
Todo esto no sería tan grave si al menos hubiera un trato justo.
Pero no: el que pesca legal, declara todo, pasa por lonja y cumple las normas, es el que menos margen tiene.
Y el que trae pescado de fuera sin apenas control, es el que más beneficios saca.
Así no se puede competir.
Así se destruye la flota, se cierran barcos y se pierde el oficio.
En resumen
Importar pescado es más barato que pescarlo aquí porque fuera no hay las mismas exigencias ni controles.
Aquí trabajamos con todas las garantías, pero el sistema recompensa a quien menos cumple.
Y mientras tanto, el consumidor muchas veces ni lo sabe.